martes, 25 de mayo de 2010
UN ENCUENTRO
Reconozco que su mirada embelesada resultaba lisonjera. Sus ojos no se apartaban de mí un instante y no pude menos que obsequiarla con algunas cabriolas prodigiosas. Me dijo:
- Eres fuerte, amable, inteligente y hermoso. Llévame contigo.
- No podrás adaptarte. Morirías.
- Pero te amo.
- Y yo podría amarte, pero sabes que no puedes seguirme.
- Entonces te esperaré. Te esperaré todos los días.
- No sé si volveré. Viajo continuamente.
- Entonces te recordaré.
Me despedí de ella con un doble mortal y medio antes de zambullirme en las olas.
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